miércoles, 27 de mayo de 2009

"Un cuerpo invadido por palabras"

http://www.imaginacionatrapada.com.ar/Teatro/2009/05/26/octubre-un-blanco-en-escena-un-cuerpo-invadido-por-palabras/

por Eneas

La representación existe y no existe como tal,  porque eso que nunca llega a representarse es la obra. Todo se desencadena como una sucesión inesperada de eventos que dan cuenta del antes de la representación, y eso es la representación. La escena se desnuda y queda un esqueleto que,  por momentos, se desarma y cae para volverse a armar de otra manera.

“Octubre” propone un metalenguaje como obra.  El mismo director interviene en la escena para llenarla de frases vacías de proyección trascendental, o sea nada. Se reflexiona sobre la acción antes, durante y después de ser ejecutada. La obra se enmarca dentro de una red de contenidos del imaginario del mundo de la danza, algunos de los cuales quedan plasmados en las devoluciones que realiza el director a sus intérpretes (“- hace la forma por la forma, sean mas efectivas.”) El lugar del director, del bailarín, del público, de la representación y de la danza es cuestionado,  siendo este ultimo uno de los grandes cuestionamientos que funciona de base: ¿Qué es la danza? ¿Cómo debería ser una obra de danza? ¿Cuándo llega la parte en que bailan? ¿Cualquier danza es arte? ¿Es ésta una obra de danza?

El público es llamado a la participación. Algunos objetos se encuentran dispuestos sobre las butacas para ser llevados al escenario. El director hace uso de su papel y dirige a los nuevos participantes. Micrófono en mano, despliega una pequeña lista y anuncia: “en la fila 3, butaca 4”. Los fines de la participación se regodean en sí mismos, los motivos no se descubren hasta el final. El resultado: la representación de un crimen de público conocimiento. (¿?)

Dentro del público también se hallan algunos intrusos. Es decir, agentes ajenos de pertenencia dudosa. Pero no nos damos cuenta de esto hasta que algo sobresale. La diferencia está dada por el rasgo excéntrico que excede cualquier comportamiento de este lado del escenario. El escenario se desdobla, y nos damos cuenta que no todo es lo que parece.

La participación adquiere dos cualidades. Por un lado, la participación del público, una especie de ayudante/constructor de una escena, cuyos resultados poco tienen que ver con lo que se venía gestando, sino que funcionan como un guiño o chiste dentro de la obra. Por otro, los interpretes dentro del público que, a través de su discurso y de su accionar, reconfirman los lugares de cuestionamiento que ya se venían planteando. El lugar de la mirada crítica es construido ante los ojos del público, pero no por él.

Los pequeños fragmentos bailados (en respuesta a la pregunta, ¿cuándo llega la danza?) componen, en contraste con todo este meta-discurso, momentos de pura sensualidad. Una de las bailarinas elige a un espectador para dedicarle un baile. Para esto pide al resto que cierren los ojos. Y, como nadie resiste la tentación de mirar, el baile se vuelve una gran dedicatoria de sensualidad, un baile guiado por el puro deseo de bailar y de crear ese momento intimo, custodiado por muchos, pero dirigido a uno solo. En otros momentos es el cuerpo que se deja llevar por la música y fluye dentro de ese tiempo y espacio preciso de la ejecución musical que también forma parte de la escena, dejándose existir como pura materia llena de energía, llena (otra vez) de deseo.

La reflexión es la que corta esa energía, la que devuelve el cuerpo a la cabeza, y abre nuevos compartimentos donde incluir la misma. Y hablamos de compartimentos, porque podríamos tomar cada tópico de los cuales se habla, y sobre los cuales se acciona y enmarcarlo bajo un concepto. Las discusiones se amplían y nos sentimos frente a lugares comunes, lugares ya algo agotados, porque la respuesta no existe si no es como una nueva manifestación artística, que renueve en nosotros ese vínculo de indecibilidad con  el arte.

sábado, 16 de mayo de 2009

Octubre.Morir para nacer en el fragmento de un instante

O
http://www.danzanet.com.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=92:octubre&catid=41:danza-contemporanea-y-sociedad&Itemid=63ctu

bre. Morir para nacer en el fragmento de un instante
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Danza Contemporánea y Sociedad
Escrito por Ana González Vañek   
Octubre, la última creación de Luis Biasotto, nos permite realizar una aproximación a ciertos conceptos que, antes de intentar ser comprendidos desde una posición puramente intelectual, nos invitan a reflexionar acerca de la relación entre teoría y práctica. Porque como bien sabemos, el concepto no existe si no es en y por una práctica que lo hace posible.
Octubre (un blanco en escena) nos permite indagar acerca de lo que sucede al interior del campo de la danza contemporánea en Argentina desde un relato que, si bien cuenta con una necesaria estructura que posibilita su existencia como objeto artístico, nos acerca al mismo de una manera completamente diferente. Además de generar una ruptura con la representación y la estructura de la obra tradicional, en la creación de Biasotto, quien por primera vez realiza un trabajo de relación directa con el público, se quiebra el tiempo escénico poniendo de manifiesto un tiempo real. Lo mismo sucede con el espacio, cuyos límites se borran continuamente; aparecen y desaparecen rompiendo el espacio escénico convencional.
La obra de Biasotto se presenta como un trabajo mental y reflexivo que, a su vez, contiene ciertos elementos claramente visuales que confunden al espectador. Porque esa es la intención; una intención ambiciosa y no menos arriesgada que conlleva la posible ausencia de interrogantes por parte de un público en muchos casos habituado a una determinada lógica interpretativa, en otros acostumbrado al formato espectáculo vinculado al entertainment. 
El director de Octubre considera que muchas veces la obra de arte no tiene respuestas para dar, plantea interrogantes pero no tiene respuestas. Y aunque en algunos momentos se manifieste de ese modo, la suya no es una obra pensada para entretener sino para abrir preguntas.

En este sentido, resulta interesante destacar que Luis Biasotto articuló el desarrollo creativo de su obra con la idea de la muerte del actor de Heiner Muller; idea que hace referencia a la posibilidad que existe para el espectador de ver al sujeto real de una obra. “Para mí lo importante es encontrar ese momento, ese segundo en que dejás de ver al personaje para ver a la persona real. Eso lo relacioné con La muerte del autor de Barthes. Este es el planteo general de casi todo el trabajo”, afirma.
En La muerte del autor, Roland Barthes plantea que un texto está formado por escrituras múltiples procedentes de varias culturas. Así, éstas dialogan generando una parodia, una contestación. Luego afirma que existe un lugar donde se recoge esa multiplicidad, y ese lugar no es el autor, sino el lector. 
Teniendo en cuenta el artículo de Arthur Danto, El final del arte, donde el autor intenta pensar qué clase de fronteras separan a los objetos reales de los artísticos proponiendo un reconocimiento reflexivo más que visual, Biasotto presenta un trabajo que también nos permite descubrir la figura de un artista comprometido con su espacio y con su tiempo, acercándonos de esta manera a la necesidad de generar un pensamiento, una reflexión activa que, en cuanto tal, privilegie un espacio de diálogo con la obra de arte.

Octubre, que presenta críticas, autocríticas y referencias a través de las cuales el espectador se reconoce y re-conoce sus propias experiencias, tiene su analogía con un caso sin resolver, sin conclusión. Como la vida misma, que si bien a través del devenir histórico y cultural nos ha transformado en hijos de una tradición cartesiana, enfrentándonos así, constantemente, a la necesidad de definir y dar respuestas, es inacabada e indescifrable en cada uno de los fragmentos de un instante que, paradójicamente, también debe morir para existir y de esa forma manifestarse en lo que hemos dado en llamar “significado”.

Así, Biasotto nos presenta una obra en la que diversos lenguajes se entrecruzan para mostrarnos un lugar donde ya no quedan metas… O donde quizás, la única meta, sea la más difícil; la de generar un recorrido que incluya, en su eterno devenir, miradas que desean, que anhelan, que buscan comprender sin definir, intentando ver más allá de lo que se ve a simple vista.


Centro Cultural de la Cooperación 
Corrientes 1543-Tel: 5077-8077
Jueves 21 hs.
Localidades: $25


lunes, 11 de mayo de 2009

BALLETIN DANCE MAYO 2009

COMENTARIOS

 

Propuesta Interactiva

Por Valerio Cesio

 

El último montaje de Luis “Krapp” Biasotto se propone como juego abierto e informal, estrenado a fines de marzo en el Centro Cultural de la Cooperación


Octubre-un Blanco en Escena tiene en su guión y en su look décontracté dos razgos fundamentales para la construcción de su perfil. Situaciones que se reiteran conservando lo que serían señales del azar o movimientos improvisados, cambios de roles y personajes que se corporizan de modo aparentemente ajeno al eje de la pieza, ambos ingredientes denuncian su identidad posmoderna.

 

Octubre... propone un cierto reflujo estético. Por un lado casi todo lo que aparenta ser improvisado o casual, se revela estudiado y repetible. Por otro lado todo lo que pertenece a la aparente estructura fija está nadando en un modo casual e improvisado en su ejecución.

 

Una avenida de dos manos que genera gran riqueza dramatúrgica. Muchos son los problemas que una puesta en escena de este tipo debe enfrentar, comenzando por el guión y terminando por la interpretación. En el primer desafío Biasotto se salió airoso, su línea argumental es orgánica y articulada. En el segundo el tiempo dirá, por ahora el casting no termina de afinarse con la propuesta. Claro que se disfrutan muchos momentos de la puesta en escena, por su ingenio y su honestidad, que se trasluce aún en los momentos más ingenuos, justificándolos como valiosos significantes de la puesta, que prioriza las venas coloquiales e interactivas.

Interactividad es un concepto que esta a “la orden del día” del pensamiento contemporáneo, y por lo tanto se legitima como herramienta importante de las artes escénicas. Hay casos en los que se registra como herramienta sustancial a la creación y también hay otros en lso que funciona como muleta, como elemento ajeno a los medios de expresión orgánicos de un creador.

 

La naturaleza de Octubre... es interactiva, no solamente porque propone numerosos puentes con el espectador (que dicho sea de paso son los pasajes de mayor fragilidad artística), sino por el tejido de su guión, hilado exclusivamente con líneas vivenciales que involucran a los intérpretes e integrantes del colectivo realizador.

 

Cuando se trabaja de modo directo con la cuarta pared (la platea) hay muchos códigos que cambian. Comenzando por la actitud (artística) en que la situación coloca al intérprete y culminando con la capacidad de reacción y aprovechamiento del material que aparece, y que los ejecutantes tienen que desarrollar (después, claro, de un exhaustivo entrenamiento en resolución de situaciones como lo requieren este tipo de obras).

La troupe de Biasotto no escapó de estos obstáculos que bloquean la fluidez del relato escénico.

Ciertamente en el decorrer de la temporada el montaje irá ganando su propio timming, independientemente de su duración (en su estreno poco más de una hora y media) y así podrá ganar en comunicación.

 

Finalmente resta saber si se trata de un espectáculo de danza. Tal vez, no (¿será que eso aún asusta?). Y tal vez ni siquiera se trate de un espectáculo sobre danza, a pesar de las numerosas citas y menciones. Lo que si es -con certeza un espectáculo por la danza, y es gracias a la existencia coreográfica que él existe, y se torna recomendable, como valiosa vacuna al escepticismo estilístico, endémico enemigo de la renovación._



miércoles, 6 de mayo de 2009

Diario Clarín. 24 abril de 2009

http://www.clarin.com/diario/2009/04/24/espectaculos/c-00702.htm

DANZA: ENTREVISTA A LUIS BIASOTTO

La prohibición de entretener

Presenta una obra, "Octubre", en la que cuestiona parámetros acerca de la danza y lo contemporáneo.


La danza existe? Pareciera que sí: el siglo XX ha demostrado que es un lenguaje autónomo, con su propia especificidad, incalculablemente amplio y diverso y que tiene la posibilidad de decir -o sugerir- cosas que otros lenguajes escénicos no podrían. Sin embargo, de diferentes maneras y no necesariamente nuevas, la danza suele ser puesta en cuestión. Luis Biasotto, cordobés y codirector del conocido grupo independiente Krapp, emprendió por su cuenta la gestación de un espectáculo que sigue ese sendero: se llama Octubre (jueves, a las 21, en el Centro Cultural de la Cooperación) y aunque fue producida con un subsidio de Prodanza -organismo del Gobierno de la Ciudad que apoya la danza independiente- carece, a ojos vistas, de una elaboración de danza. Biasotto, en todo caso, la presenta como una reflexión sobre la danza.



¿Qué entendés como reflexión en relación a "Octubre"?

En primera instancia, quise apartarme del sentido habitual de un espectáculo: no pensar un espectáculo sólo como entretenimiento; lo digo como autocrítica porque mis espectáculos tienden a entretener.

Me parece que fuera del espectáculo puramente comercial, la danza, el teatro, la música o el cine contemporáneos no buscan sólo "entretener".

Me refiero a que el espectador en casi cualquier espectáculo es pasivo; así que pensé desde qué punto de vista se podía generar algo más reflexivo; y también me interesaba manifestar lo que veo que sucede dentro de la danza: qué ocurre cuando uno está creando. Y hay otras puntas: una lectura que hice de Heiner Muller en la que habla de la muerte del actor, y también de Roland Barthes, cuando se ocupa de la desaparición del autor. Antes, estuve en un festival francés muy alternativo y los trabajos que vi allí no pueden ser catalogados como danza; qué pasa entonces cuando uno piensa en un espectáculo más "contemporáneo", y lo digo entre comillas, "arte contemporáneo". Pagar la entrada pero no saber qué vas a ver.



¿No es un concepto, a esta altura, bastante anticuado?

Yo te digo lo que pienso, vos sacá tus conclusiones. Quiero decir: cuando vas al teatro pagás para ver algo que seguramente ya conocés; en Octubre, no. Me ocupé de que no figurara en las gacetillas previas quiénes iban a trabajar ni cuánta gente participa.

¿Por qué llamaste a bailarines para una obra en la que no hay danza? 

Porque son las únicas personas que me entienden y porque tienen una rigurosidad que los actores -al menos los que yo conozco- no tienen.



A pesar de esa reflexión profunda de la que hablás, el tono de tu obra es chistoso.

No sé, me sale así. Será porque soy cordobés.

Tiro al blanco: el espectador

http://lunapugliese.blogspot.com/2009/04/tiro-al-blanco-el-espectador.html

¿Cuando estamos bailando nos preguntamos porqué lo estamos haciendo? Bailar nos da placer porque puede brindarnos una sensación de plenitud, de libertad. 
Otras veces nuestra actitud alude al estudio, y esto puede volver la danza más atractiva. Apreciar el control permanente de nuestras acciones y movimientos perfecta y obsesivamente cronometrados.
Al bailar a veces conjugamos el goce con el estudio. Y al construir una obra, ésta puede preguntarse por sí misma, por su sentido. Cosa que pasa todo el tiempo en "Octubre, un blanco en escena", en la que un grupo de bailarinas y el director no hacen más que hacerse preguntas y arrojárselas al público que las recibe a veces atónito, otras confundido o avergonzado, pero bastante entretenido. 
Bailamos porque no podemos hacer otra cosa: "Es imposible escuchar esta música y no bailar", dijo Vicky sin dejar de moverse. Después, al final de un impresionante solo de Florencia de poco más de dos minutos, Luis (el director) le pregunta "¿Qué sentís?". Y ella aclara que no sabría decir si se trata de 'emoción'... que en tal caso, de satisfacción por comprobar que el cuerpo le responde a cierta señal que ella envía con el cerebro. Pero 'sentir', no sentía nada, dijo.
La obra se pregunta, decía, por la propia representación, por los mecanismos de lectura del espectador, por la danza en sí misma. (¿La danza contemporánea es aquella que se pregunta por su propio sentido?) Así, aparecen los problemas de interpretación que surgen en el espectador siempre que participa de algún espectáculo de danza o de teatro. Dirección en la que ésta apuntó. Actitud arriesgada si las hay. Expuesta a tal punto que el propio director decide recibir él mismo las reacciones del público en escena. Este espectáculo se propone como un experimento divertido, al menos para sus intérpretes y creadores; y para no pocos espectadores. Sin negar algunos que, cuando tuvieron la oportunidad de participar con el nextel en la mano, también hicieron sus aportes: "¿Ustedes se creen muy inteligentes?". 
A veces las obras no quieren que se interprete nada, sobre todo en la danza, con todas sus formas y posibilidades de abstracción. ¿Porqué siempre tiene que haber algo que haya que interpretar? ¿Cómo hacer para romper en el espectador este ejercicio, estos mecanismos con los que suele ver siempre todas las obras? ¿No es posible pensar, tal vez, que las obras, cada obra, tiene sus propios mecanismos de lectura, de interpretación? ¿Siempre hay que 'leer' algo? Festejo que se cuestionen todas estas cosas. Agradezco que me rompan el relato con un inesperado show de brillante virtuosismo (cuyos bailarines me extrañé de no ver en el saludo). Me divierte que hagan participar a la gente (en una obra de danza contemporánea, toda una sorpresa). Me atrae esa actitud de riesgo que sé que implica cada función, que comprobé en la que ví y que intuyo en todas las que no veré. 


casi una conspiración

http://www.revistallegas.com.ar/mayo09/notateatro1.html 

SI UNA OBRA SE LLAMA OCTUBRE Y ADEMAS PLANTEA UNA RUPTURA CON LAS ESTRUCTURAS TRADICIONALES, ES IMPOSIBLE NO EMPARENTARLA CON LOS SUCESOS DE 1917 Y 1945. LUIS BIASOTTO, SU IDEOLOGO Y DIRECTOR, LO DESCARTA. SEA COMO FUERA, OCTUBRE ES UNA EXPERIENCIA QUE MERECE SER VIVIDA. 

Con un buen bagaje en teatro y danza, hace diez años llegaba Luis Biasotto a Buenos Aires para seguir formándose gracias a dos becas que había ganado (Antorchas y Fondo Nacional de las Artes). Su idea era volver luego a Córdoba o seguir su búsqueda en el exterior. Aquí estudió dramaturgia con Daniel Veronese y Alejandro Tantanian, y actuación con Ricardo Bartís. “Estudié mucho con Susana Tambutti, que me abrió la cabeza en cuanto a mirar la danza; para mí, es una de las personas más importantes de esta actividad, junto a Roxana Grinstein.” 
Cuando en 2001 el grupo Krapp (Edgardo Castro, Fernando Tur, Gabriel Almendros, Luciana Acuña y el mismo Biasotto) estrenó No me besabas?, el público comenzó a llevarse muchas preguntas y ellos, a ganarse el reconocimiento en la escena porteña. Desde entonces, alternan trabajos y temporadas juntos con proyectos que cada cual encara. “Lo que nos pasa con Krapp es que necesitamos tomar distancia; como una familia, cada uno tiene que hacer sus cosas, tomar aire, aprender en otros lugares. Es una cuestión de crecimiento personal”, dice Biasotto que, sin esa “familia”, recién estrenó Octubre (un blanco en escena). Y lo explica así: “Quiero hablar desde mí, de lo que me pasa frente a la danza hoy, qué veo de la danza hoy, de su lenguaje y de lo que está sucediendo con el lenguaje mismo. Por eso tiene autocríticas, críticas y referencias que no son resentimientos. Como me señalaron algunos amigos, Octubre tiene un planteo que es medio tesis, un manifiesto tonto y chiquito del lenguaje de la danza”. Ni tonto ni chiquito: Biasotto lleva a escena una profunda mirada sobre la creación de un espectáculo de danza que, a la vez, es perfectamente aplicable a la génesis de cualquier obra de teatro surgida grupalmente desde las actuaciones. 
En octubre de 2007, este equipo inició una búsqueda distendida en cuanto a los plazos pero intensa en sus objetivos: dar un paso más en el lenguaje de la danza hacia lo conceptual y mostrar ese paso de manera radical. Pero ese paso no respondía a una fórmula ni tampoco había certezas en torno a él, por lo que gran parte del trabajo consistió en una insistente serie de prueba y error, intento y descarte, armado y vuelta a cero. Toda certeza sin dogma tiene por precio el desafío de renunciar a cualquier método que acorte el camino, porque el camino es esencial a la certeza (y esto es lo contrario a la fe, que puede saltar sobre los vacíos, y que tanto se está viendo en los escenarios porteños). Además, en Octubre, el camino del error tiene derivaciones brillantes porque se permite jugar a juzgar el error, y así evidenciar las tramas y trampas que tienen los procesos de creación. Procesos que –ya lo sabemos, ya los vimos– a veces, por sus resultados, parecen procedimientos. 
Luis Biasotto apunta: “Heiner Müller decía que cuando un actor se confunde, empezás a ver a quien actúa; llevado a la danza, el mínimo error te hace dejar de ver al bailarín y ves a la persona que baila. Esa idea es en parte lo que dispara este planteo, y eso lo asocié con la muerte del autor, y la idea de quién dirige y quién no. Como inicio, fue andar un poco perdido”. A no dudar de sus palabras, pues Octubre es un feliz tembladeral bastante tacaño a la hora de brindar puntos de apoyo, ya sean para el público o para los intérpretes y, sin embargo (¡y por suerte!), ni se acerca a la tentación de ser un espectáculo hermético, exclusivo para entendidos o complaciente con el esnobismo. 

- Y desde ese andar perdido, ¿cómo organizás? Porque en medio de eso todo roto que plantás, a mí, al espectador, me estás llevando en brazos. 
- Hay varias líneas que se empiezan a asociar; por un lado, la ruptura, la autonomía del espacio escénico, eso de que yo te invado y no sabés hasta dónde llega. Que al principio habíamos pensado en hacerlo mucho más fuerte, con cámaras en la entrada y entrevistas al público a la salida, no dejando en nada claro, pero se extendía muchísimo. Por otro lado, una vez que comenzamos a incursionar ideas e interesarnos por un formato básico de montaje, se organizó en relación al hecho de trabajar en tiempo real. Después, en cuanto al formato, se fue ordenando de acuerdo a lo que iba teniendo un cauce lógico relacionado con el espacio y el tiempo. 

De lógicas y manías 
El solo sonido de la palabra “lógica” podría aparecer como un atentado en medio de este desconcierto, de este coquetear con el absurdo. Sin embargo, una vez presentadas ciertas rupturas y libertades, Octubre se encamina de manera férrea por los carriles propuestos. Es como charlar con un loco: será muy loco para nosotros, pero no tiene veinte locuras sino una, y desde esa siempre se vincula. 
Y de locuras hablando, hay un juego que enmaraña el relato y desentraña intimidades de la casi maniática necesidad de devoluciones y correcciones que, apenas apartadas de su sitio/momento original, se manifiestan como tics adquiridos, sabidos de antemano, quizás hasta ensayados. 
Me parece necesario señalar que si hasta ahora he escatimado en dar siquiera indicios acerca de lo que acontece en Octubre no ha sido porque se trate de una obra a la que la filtración de un solo dato bastaría para derribar. Nada de eso. El corrimiento de todo límite, el espacio estallado, los roles ambiguos, el autor en construcción más que el texto mismo, el director difuso y hasta el público que no sabe si es tal, generan tal complicidad entre el espectáculo y el espectador que éste bien puede volver a su casa sabiéndose también creador; por lo tanto, poco tendrá para aportarle al que venga a tomar la posta, es decir su butaca, porque este sucesor tendrá del mismo modo la oportunidad de hacer su parte. De manera que Octubre puede ser entendida y disfrutada a posteriori como una conspiración omnicomprensiva, emparentándose de manera nada aleatoria con otra conspiración acaecida en un no tan lejano octubre. Y aunque ni de casualidad se refiera a aquellos octubres en los que irrumpió el pueblo como protagonista –el de 1917 y el de 1945–, es inevitable pensar en revolución, que resuena en el solo nombre de ese mes. Por supuesto que el mismo Biasotto afirma, tanto en la charla personal como en escena, que el título se debe al mes en que iniciaron la búsqueda que derivó en este espectáculo, pero ¿será verdad? ¿Me lo dice como respuesta o como cita de lo dicho en la obra? 
Mientras la cartelera del circuito alternativo ofrece cada vez más trabajos en los que fácilmente se intuye –cuando no se evidencia– el solo intento de lograr resultados, Luis Biasotto propone en Octubre, sin ánimo delator, tomar como excusa a un grupo embarcado en ese intento y, por el contrario, llegar él a un resultado que desconocía al iniciar su proceso creativo, pero al que llegó gracias a la confianza que él y su equipo han tenido en la seriedad de su búsqueda. 

LUCHO BORDEGARAY