Al comienzo, la nada, la oscuridad. Principio de toda pregunta: la duda, la hoja en blanco, el espacio deshabitado.
La propuesta de este grupo sorprende. El espectador, cómodamente sentado en su butaca y a la espera de ver un espectáculo de danza, se puede sentir desencajado. ¿De qué trata la obra? ¿Qué es este lenguaje, cómo lo defino? Es danza, teatro, música, es todo eso… ¿qué es? ¿Es un manifiesto en acción? ¿Qué digo cuando me pregunten qué tal la obra?
Así pueden encadenarse un montón de preguntas.
Desde el movimiento en la escena la obra propone otra mirada. Una que impulsa el pensamiento, la reflexión, y que pone en boca de los intérpretes interrogantes que surgen en muchos de quienes se vinculan con la danza, ya sea desde la producción, la investigación, la realización o la escritura. Por eso la obra te saca de cuadro. Es una exhortación constante donde tanto el público como los propios intérpretes son interpelados.
Están en juego la figura del director, la relación del movimiento con la emoción, la repetición, la explicación, la interpretación del público de aquello que sucede en la escena, el ensayo, la prueba y error cómo método.
En un demarcado cuadrado blanco de luz, los intérpretes actúan, bailan, se dirigen y marcan, se comunican con los técnicos y se relacionan con los allí presentes incluyéndolos de forma activa en la construcción de la obra.
Se disfruta de danza y música sin dejar de plantearse lo que sucede ni sorprenderse por los cambios que se introducen casi de soslayo en la situación.
Un espectáculo cuestionador que le da otro color a la cartelera de danza de hoy.
Nea Rattagan
La propuesta de este grupo sorprende. El espectador, cómodamente sentado en su butaca y a la espera de ver un espectáculo de danza, se puede sentir desencajado. ¿De qué trata la obra? ¿Qué es este lenguaje, cómo lo defino? Es danza, teatro, música, es todo eso… ¿qué es? ¿Es un manifiesto en acción? ¿Qué digo cuando me pregunten qué tal la obra?
Así pueden encadenarse un montón de preguntas.
Desde el movimiento en la escena la obra propone otra mirada. Una que impulsa el pensamiento, la reflexión, y que pone en boca de los intérpretes interrogantes que surgen en muchos de quienes se vinculan con la danza, ya sea desde la producción, la investigación, la realización o la escritura. Por eso la obra te saca de cuadro. Es una exhortación constante donde tanto el público como los propios intérpretes son interpelados.
Están en juego la figura del director, la relación del movimiento con la emoción, la repetición, la explicación, la interpretación del público de aquello que sucede en la escena, el ensayo, la prueba y error cómo método.
En un demarcado cuadrado blanco de luz, los intérpretes actúan, bailan, se dirigen y marcan, se comunican con los técnicos y se relacionan con los allí presentes incluyéndolos de forma activa en la construcción de la obra.
Se disfruta de danza y música sin dejar de plantearse lo que sucede ni sorprenderse por los cambios que se introducen casi de soslayo en la situación.
Un espectáculo cuestionador que le da otro color a la cartelera de danza de hoy.
Nea Rattagan
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